Los siete hábitos van desde la actitud de uno mismo hasta la actitud a la hora de relacionarnos con los demás. Pasamos de la dependencia a la independencia, y de aquí a la interdependencia.
- Ser proactivo. No podemos escoger lo que pasa a nuestro alrededor, pero podemos elegir qué actitud adoptamos.
- Tener el objetivo siempre en mente. Y tener un plan para llegar a él.
- Poner las cosas importantes primero: debemos focalizarnos en esto.
- Win-win, pensar en el beneficio mutuo.
- Primero entender y después ser entendido. Debemos escuchar. Estamos programados para ver el mundo según el filtro de como somos y, en cambio, debemos saber ponernos en el lugar de los demás.
- Sinergizar. El todo está formado por las partes. Podemos hacer cosas más grandes si las hacemos juntos.
- Afilar la sierra. Debemos cuidar de nosotros mismos, debemos evaluar, debemos aprender cosas nuevas, debemos invertir en nuestras relaciones.
Actualmente hay 1800 escuelas en todo el mundo que están consiguiendo buenos resultados con este método. Las escuelas están preocupadas y van implementando nuevos currículum; para mejorar necesitan más dinero, más compromiso con la comunidad, más compromiso de los padres, más responsabilidad de los niños con su aprendizaje, más tecnología... ¿Cómo se mejora todo eso? Si se va a la raíz del problema, hay tres factores:
1) Los principios. Los niños necesitan saber lo que es bueno y lo que es malo. Así pueden tomar mejores decisiones.
2) Cultura. Comunicación entre estudiantes, profesores, padres... necesitamos implantar una cultura, un compromiso.
3) Paradigmas. ¿Qué vemos cuando miramos a un niño? ¿Una oportunidad o un problema?
Escuelas, gobiernos y países pueden elevar las capacidades de los niños. Juntos podemos desarrollar escuelas que inspiren y ayuden a encontrar nuestras pasiones. Juntos podemos cambiar el mundo y trabajar para un futuro que no podemos predecir. Eduquemos para ser líderes de corazón.